Un caso

Nueva Jersey. Una reunión organizada en un lugar público, a plena luz del día, con permiso de varias autoridades. El objetivo: que los furries locales realizan lo que llaman la FurBQ, donde se reúnen decenas de personas a compartir un buen asado, acompañado de otros furries, algunos vestidos con sus fursuits y… rodeado de niños.

Dos se alejan un poco, aún a la vista de todos, y comienzan a tener relaciones sexuales. En un lugar público, sobre un auto, a plena luz del día, con niños viendo” y aún vestidos con sus botargas.

Los individuos fueron apresados y la investigación alcanzó a los organizadores y a quienes otorgaron el permiso para que se realizara la actividad (que, por otro lado, llevaba varios años sin interrupción y que se realiza en diferentes ciudades de Estados Unidos y Canadá): furries trabajadores e incluso simpatizantes no furries, sin ser culpables de algo, salvo la satisfacción de haber estado ahí. Sospechosos de perversión de menores, entre otras cosas.